Descubrirías que me
gustan los pequeños detalles, si te hubieras fijado en que jamás tuve las manos
grandes. Y si abrieras el primer cajón de mi escritorio, entenderías todas
aquellas cosas que quedaron por decir, e incluso si te atrevieras a abrir el armario
blanco de la cocina, sabrías que me encantan las galletas de dinosaurios. Puede
que si cogieras mi reproductor de música, entendieras la banda sonora de mi
vida, e incluso es probable que si un día miraras la papelera de mi habitación,
te asustaras al ver todos los gritos que he callado. Llega hasta mi parque,
siéntate a mi banco, y sabrás las mil cosas que nunca me atreví a contarte.
Coge mis pinturas, y entenderás que mis dibujos siempre hablan de mí, incluso
cuando a ti te parecen tan solo garabatos de locura. Pon el ojo en mi cámara y
mira el mundo a mi manera, puede que así comprendas todos mis miedos. Ve, coge
mi álbum de fotos y sabrás de qué hablo, cuando digo que no podría vivir sin
mis recuerdos. Pasa el dedo por mis uñas, así quizás entiendas que soy frágil y
me consumen los nervios, o simplemente cierra los ojos, pon las manos en mis
mejillas y sabrás si la vergüenza ha desaparecido. Acércate a mi cuello y te
hablará de mis sensaciones. Pero si quieres, olvídate de todo lo demás, y
mírame a los ojos
Qué texto mas bonito y con cuanto sentimiento.
ResponderEliminarUn saludo,
Thierry Lemoine.