domingo, 13 de mayo de 2012

Te quedaba grande mi sonrisa

Descubrirías que me gustan los pequeños detalles, si te hubieras fijado en que jamás tuve las manos grandes. Y si abrieras el primer cajón de mi escritorio, entenderías todas aquellas cosas que quedaron por decir, e incluso si te atrevieras a abrir el armario blanco de la cocina, sabrías que me encantan las galletas de dinosaurios. Puede que si cogieras mi reproductor de música, entendieras la banda sonora de mi vida, e incluso es probable que si un día miraras la papelera de mi habitación, te asustaras al ver todos los gritos que he callado. Llega hasta mi parque, siéntate a mi banco, y sabrás las mil cosas que nunca me atreví a contarte. Coge mis pinturas, y entenderás que mis dibujos siempre hablan de mí, incluso cuando a ti te parecen tan solo garabatos de locura. Pon el ojo en mi cámara y mira el mundo a mi manera, puede que así comprendas todos mis miedos. Ve, coge mi álbum de fotos y sabrás de qué hablo, cuando digo que no podría vivir sin mis recuerdos. Pasa el dedo por mis uñas, así quizás entiendas que soy frágil y me consumen los nervios, o simplemente cierra los ojos, pon las manos en mis mejillas y sabrás si la vergüenza ha desaparecido. Acércate a mi cuello y te hablará de mis sensaciones. Pero si quieres, olvídate de todo lo demás, y mírame a los ojos





1 comentario:

  1. Qué texto mas bonito y con cuanto sentimiento.

    Un saludo,
    Thierry Lemoine.

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